9 de enero de 2010

¡Cabrones en la administración...!






Era lunes,el cielo estaba muy nublado, lluvia a cántaros y soplaba un viento fuerte que agitaba los árblos violentamente.era invierno.
Intentaba, en vano, sostener el paraguas en las manos, pero el aire agitador no lo dejaba fijo, me esforzaba a hacer el equilibrio, pero la lluvia me atacaba sin tregua de todas las direcciones y los varios agujeros de la carretera, olvidada, sin lugar a dudas, por unos responsables municipales corruptos, dificultaba más mis pasos. Me precipitba el andar para llegar a tiempo a la Pachawiya, estancia del Pacha o alto representante del rey en las zonas rurales o semi-urabanas.
Andaba y al mismo tiempo pensaba si ya me habrían sacado el pasaporte, o mi dossier recopilado después de tanto esfuerzo seguía guardado o, mejor dicho olvidado, en un cajón de un despacho de un funcionario en un cualquier servicio de un ministerio llamado Interior. Seguía andando y pensando en el infierno de la burocracia en mi pais. Para sacarte un documento o solucionar un asunto administrativo, debes tener más paciencia que el santo Job y debes dominar tus nervios para aguntar el egoísmo que anida entre nosotros, pero también eso deberías tener si quisieras evitar a los egoístas y corruptos funcionarios públicos que no pararían en hostigarte hasta que consiguieran un soborno...para serenarte un poco y ocultar el miedo, el nerviosismo y un” hijo puta” que,seguro, guardarias en la boca para usar en casos similares.......por eso, debes respirarte profundamente...
Entré en el despacho del escribano del Pacha,el lugar más que un despacho parecía un almacén de una antigua casa, carecía de muebles ni se veia ningún objeto de ornamento y sólo había una mesa larga de escribir y dos sillones de color negro, muy desgastados y polvorientos; un ordenador de la primera generación, también muy usado y de color blanco ennegrecido, sobre la mesa un montón de dossiers y hojas de papel desordenados y distrubuidos por la superficie de la mesa como si se tratara de una mercancía a vender.El escribano era un señor muy flaco y tenía la tez morena y algo quemada, se vestía muy desordenado y no paraba de encender unos cigarillos baratos de la marca Marquez, muy preferida por la clase baja y media del país.
El escribano me miró por encima de las gafas, que llevaba y más soportadas por la nariz que por las orejas; le saludé con un salam u3alikum, pero él no me devolvía el saludo, ni se esforzaba a examinar la silueta que se ha puesto repentinamente a su frente. El escribano volvía a su faena, revolviendo unas hojas sobre la mesa de una parte a otra y abriendo los cajones de la mesa en movimiento nervioso y fingiendo que estaba muy ocupado; yo sabía que era una estrategia frecuente del mezquino funcionario para que perdiera la concentracion y entrara en los laberintos de la espera, palabra muy frecuente en el diccinario de la administración marroquí.
Al señor flaquito y de tez quemada, le dirigé la palabra otra vez:
Si abdlkrim...lah ijazik bikhir wash 9additu liya hadak lpaspor....” señor Abdlkrim...quisera saber si me han arreglado eso del pasaporte”..
Abdlkrim, que así se llamaba, me dirigió otra mirada con cautela, como si no se tratara de un ciudadano,sino de un reo delante del juez; al fin, me respondió, sin quitar el cigariilo consumado de sus labios:
Mazal khassak wahd lwr9a...sir jibha 3nd jundarm te falta todavia un impreso de la gendarmeria....que tienes que sacar
Le interrumpé con cortesía:
Walakin a sidi magltush lyai had chi mn 9bl… pero señor antes no me habéis dicho eso...eh..
Y sin dejarme proseguir, me contestó en seco y con aire hostil:
Daba ha hna glnha lik...pues, ahora te lo digo.
El señor flaquito volvié a su labor más fingida que real y sin intercambiar otras palabras, le dirigé una palabra de agradezco:
Shukran...gracias
Más que un manifestar de gratitud al señor de tez quemada o a otros funcionarios corruptos que llenan nuestras adminstraciones hasta el tope;muy egoístas y petulantes; le agradezco a dios por darme la suerte de asistir a tales situaciones de nuestra vida cotidiana, todavía ahogada en corrupción y egoísmo y por no ser un tonto que cree a ciegas en las tonterías y mentiras de los medios de comunicación públicos que intentan embellecer, a toda costa, una vida nuestra en degeneración moral y política.
Salí de la Pachawiya, muy decepcionado y preparado a otra fase de lucha para sacar otra porquería de la gendarmería.
Volví a casa, sin quitarme de la cabeza la imagen de todos los hijos de puta que nos siguen tocando los cojones, obstaculizando la marcha del tren de la democracia en nuestro país.

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